viernes, 1 de octubre de 2010

¿ O tú no te enamoras?

Quien se llame el malo no hay ni discusión
El malo de aquí soy yo, porque tengo corazón

El Malo-Willie Colon

Veo con obstinación que el racionalismo Kantiano ha empezado a codearse, por decir lo menos, con el fanatismo emotivista y vivencial; donde la experiencia de la razón solo significa triunfo y verdad por sobre los problemas que acaecen en la vida del hombre; veo además que no hay más que lugares cuadrados, gente mal o bien vestida los cuales han perdido el misterio inconmensurable de la transcendencia; a ellos lo siguiente:

El hombre, como dualidad, espiritual y corpórea se reconoce dentro de una sociedad unitaria; que impide el reconocimiento de plano esotérico, y esto último no por una fórmula establecida por algún gobierno materialista, sino porque resulta imposible que lo intrascendente manifieste en el plano espiritual hecho alguno.

El descubrimiento de su dualidad se encuentra en el plano personal; el factor determinante de dicha dualidad es el Hombre Trascendente, concepto que se desarrolla a lo largo del tiempo por Tomistas y demás; idea que importa al plano pragmático cuando, como ahora, sirve de solución ante una ciencia aun en proceso de perfección.

El hombre y su soledad; que se manifiesta no cuando éste no se encuentre rodeado de sus pares sino en el emotivismo explicado por Macintyre; donde el hombre experimenta producto de su racionalismo extremo el vacio nihilista que lo conlleva a los principales problemas de su reflejo social; así un país secularizado es un país que lentamente muere presa de la profanación de su moral y del racionalismo desnaturalizado.

El misterio, que busca la realización del sacramento del propio conocimiento profundiza en lo siguiente (i) la búsqueda del la otra dualidad del hombre (ii) la propia trascendencia basada en un criterio primigenio; que si existen conceptos a priori no en pertinente.

Lo bello como expresión de lo primigenio, que es aquello que busca sustentar el misterio, redunda en la noción de Hombre Trascendente; lo bello como algún concepto elegido al azar y sin duda un buen ejemplo de cómo lo sensorial se establece por encima de lo racional; es así que en la experiencia sensible lo orgánico triunfa sobre lo químico, estableciendo patrones necesariamente ordenados de prioridad. Si bien lo bello deviene en subjetivo y se encuentra culturalmente determinado, siempre ante los ojos del ente dual existe un criterio propio.

Eh aquí la consigna del hombre: usemos lo bello que nos conecta con la otra orilla, con nuestro otro par dual y que nos libera de lo racional extremo y nos lleva a lo inconmensurable, al trascender más allá de silogismos y aporías; a encontrar lo espiritual en un mundo ahorcado por los hábitos, donde quizás y depende de la elección personal le atribuyas a ese estadío una religión o un Dios, tienes para elegir.